caso de exito:
Cuando el desarraigo cultural es un desafío para todo migrante
Eugenia había conseguido su primer trabajo en USA y se encontraba a gusto con su nueva vida. Pero no pasó mucho tiempo hasta que todos sus proyectos parecieron derrumbarse.
Caso de Exito por
Lic. Ricardo Mann
Especialidad en Psicología Clínica de adultos, adicciones, control de impulsos, ansiedad, depresión, migración y desarraigo, evaluación de inmigración, estrés y burnout, duelo, separación.
Cuando más atrapada se sentía: cómo Eugenia pudo relanzar sus sueños
No fue sencillo para Eugenia emigrar desde Perú rumbo a los Estados Unidos: atrás dejaba un empleo estable en un McDonald´s de Lima, estudios universitarios en curso y un grupo de amistades con las que compartía tiempo de calidad.
Pero finalmente tomó la decisión: hace dos años se trasladó hacia Norteamérica junto a su familia, en busca de una perspectiva de futuro diferente a la que se le presentaba en su país natal.
No pasó demasiado tiempo hasta que Eugenia consiguió su primer trabajo en USA. Y si bien le costaba acostumbrarse al clima frío de Pennsylvania, las nevadas producían en su interior esa emoción siempre atada a lo novedoso. En suma, podría decirse que con 24 años se encontraba a gusto en su nueva vida.
Claro que al mismo tiempo y cada vez con más fuerza asomaba un desafío ineludible para todo migrante: lo que a Eugenia no le resultaba tan emocionante era el desarraigo, pues era mucho e importante lo que había dejado atrás en Perú. Fue entonces que contactó a MejorHablemos.
Palabras a la obra
En su primera sesión con una psicóloga de nuestro equipo Eugenia hizo foco en el malestar que le provocaba repartir sus jornadas casi exclusivamente entre su trabajo en Wallmart y el hogar: no tenía tiempo para verse con gente de su edad, estaba lejos de la ciudad y de las nuevas amistades que iba construyendo. “Las distancias no son las mismas que en Lima”, se explicaba a sí misma con pesar.
Aunque su nueva casa era una propiedad bellísima, pasar allí tanto tiempo le estaba provocando un deterioro del estado de ánimo y –por ende– del entusiasmo que la había inundado al mudarse a los Estados Unidos. Cada vez más añoraba los paisajes sociales y académicos de su pasado reciente.
Es que incluso el tiempo que pasaba en casa Eugenia no podía dedicarlo a actividades que le fueran atractivas. “Desde que nos mudamos aquí ya nadie tiene tiempo, entonces tenemos que ayudar entre todos. Sin embargo, mi hermano sólo tiene que lavar platos y yo tengo que limpiar los baños, pasar la aspiradora y asegurarme de que mi hermanito vaya a la escuela y haga su tarea”, lamentaba durante su terapia entre la resignación y el resentimiento.
Si Eugenia hasta tenía un novio, pero nunca tenía tiempo para verle. La relación parecía no estar funcionando y sentía que él no la cuidaba como esperaba. En definitiva, pudo descubrir que se sentía presa de su casa, de un trabajo, de una relación sin futuro.
Pequeñas grandes conquistas
En la medida en que fue avanzando su proceso terapéutico, Eugenia conquistó importantes avances para atenuar su malestar. Logró comunicarse con su familia de nuevas maneras, ya no desde la queja sino en términos de responsabilidad y equidad, con lo que entre todos fueron reorganizando las tareas del hogar.
Al mismo tiempo reformuló su posición en la relación de pareja, con lo que clarificó sus expectativas. Su novio pudo escuchar lo que ella pedía y necesitaba, con lo que el vínculo fue cambiando saludablemente.
Y sin lugar a dudas uno de los cambios más importantes que produjo la terapia de Eugenia fue su relanzamiento en el estudio. Cuando comenzó a tomar sesiones con MejorHablemos se sentí imposibilitada de crecer en lo académico, no sólo por falta de tiempo sino además por la barrera idiomática.
Pero en el marco de sus encuentros con la psicóloga de nuestro equipo que atendió su caso, la joven no tardó en darse cuenta de que en realidad entendía y podía escribir en inglés mucho mejor de lo que se daba crédito. Si bien a veces no se sentía capaz de expresar con nitidez todo lo que pensaba, su uso del lenguaje era más que suficiente para asistir a clases y se anotó en un curso de higienista dental.
Podríamos decir que la reformulación de sus dinámicas afectivas y sociales permitió a Eugenia proyectarse hacia el futuro de nuevas formas. Actualmente está ahorrando para irse a vivir sola, mientras relanza los mismos sueños que en primera instancia movilizaron su mudanza a Norteamérica.
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